Como toda gran historia, este conjunto de momentos vividos y de conocimientos adquiridos ha llegado a su punto y a parte de forma triunfal. El proyecto escénico final ha sido el broche de oro a lo que en una primera entrada llamé EXPERIENCIA, ha sido el culmen a una asignatura a la que entrábamos un poco temerosos por su lejanía a nuestra experiencia pero con ilusión por aprender cosas nuevas. Y así ha sido. Hemos aprendido a saber manejar nuestras piernas y brazos de forma más o menos vistosa, hemos grabado en nuestras cabezas que la música y el movimiento son uno de esos matrimonios que duran para toda la vida y que como tal no son nada el uno sin el otro. Hemos aprendido que nuestro potencial como personas sirve para crear arte y belleza como hacen algunos genios que nacen y viven para hacer muy alto un espacio que es totalmente plano como lo es el escenario y desde ahí y aupados por el público, tocar el cielo. Estos genios son todos aquellos bailarines, músicos y gimnastas a los que a partir de ahora respetaremos, alabaremos y apreciaremos su trabajo y dedicación porque hemos podido comprobar de primera mano lo difícil que es crear con esta materia para olvidar y castigar como decían algunos filósofos que tuvieron un mal día que es el cuerpo humano.
Y es que en esta asignatura hemos podido comprender todos los elementos que potencian el movimiento del cuerpo humano desarrollado en el contexto de la danza y las artes escénicas pero que puede extrapolarse a la potenciación de la vida de las personas ya sea para dotarles de mayor salud, obsequiarles con uno de los regalos más cotizados de las estanterías de la sección de movimientos de nuestro cerebro como es el ritmo, o aumentar el rendimiento físico y coordinativo de todas y cada una de las modalidades deportivas existentes.
El desarrollo personal igualmente ha sido vertiginoso. Hemos encontrado la llave que abría la puerta hacia un lugar donde desarrollar nuestras competencias adquiridas durante todos estos años de enseñanza que llevamos a nuestras espaldas y derribado aquella pared que separaba nuestra zona de confort de un mundo mágico en el que nos aguardan nuevas y excitantes aventuras. Para aventura, LA AVENTURA DE DANZAR, de la que he podido formar parte y de la que me llevo la satisfacción de poder hacer disfrutar a personas que en ningún momento había pensado que podían hacerlo con la energía que ellos lo han hecho.
Para cerrar esta condensación de pensamientos que curiosamente todavía sólo soy capaz de plasmar en la escritura (todo a su debido tiempo), me gustaría agradecer a los artífices de esta experiencia que son mis compañeros de grupo y las profesoras Belén e Inma y decirles que nos quedan muchas cosas grandes por hacer, contar y recordar para en un futuro no muy lejano poder transmitírselo a personas que ojalá tengan la misma ilusión que tenemos nosotros ahora.
Gracias, un alumno más.
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